Situación policial: hay progresos a la vista pero faltan los recursos
El ministro del Interior, Eduardo Bonomi, asistió en la antevíspera a la sesión de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes. El motivo obvio era el de ofrecer información sobre las disposiciones que atañen a su secretaría de Estado en el proyecto de Rendición de Cuentas que empieza a ser objeto de análisis parlamentario. No obstante, fue inevitable que se plantearan temas de la actualidad policial, precisamente en la jornada previa a un hasta ahora inédito paro de comerciantes en protesta por los hechos de sangre que segaron tres vidas en la semana anterior, en rapiñas contra minoristas. Tanto el tema de fondo como los comentarios del ministro en torno a los sucesos notorios interesan a una población prioritariamente preocupada por los temas de seguridad ciudadana y merecen algún comentario adicional.
Los lectores de Ultimas Noticias recibieron abundante información sobre las opiniones de Bonomi en la detallada crónica que se convirtió en nota de portada de la edición de ayer. Y el primer aspecto que debe destacarse es el señalamiento de la carencia de recursos medios que padece la Policía para ser más eficaz en la lucha contra el crimen. Contra un delito -según han subrayado días atrás estas columnas- que se manifiesta con cada vez más violencia y suscita una justificada alarma pública.
Según Bonomi, en estos momentos el ministerio a su cargo atraviesa una situación de falta de equipamiento, de vehículos y de efectivos, con los que se podría mejorar la acción policial en el campo de la prevención y la disuasión, que son pilares de cualquier esfuerzo por mejorar los niveles de seguridad.
Así enfatizó que ha tenido dificultades para incorporar los 1.500 nuevos policías que se autorizaron en el presupuesto quinquenal que entró en vigencia en enero. Explicó asimismo que aún no se ha implementado la decisión de pasar personal del Ministerio de Defensa al Ministerio del Interior.
El ministro no lo dijo pero se deriva directamente de sus palabras que la Policía recibe reclamaciones sobre la efectividad en el combate pero no puede reaccionar con acciones de real mejora en la prevención del delito. Algo que puede y debe lograrse a través de una mayor presencia policial en las calles. Resulta así imposible dar un vuelco en la gestión con los mismos recursos con que contaba al asumir su responsabilidad en una coyuntura precedida por un largo período en que los hechos delictivos venían en aumento. Las carencias, por otra parte, no terminan en los recursos humanos sino que también se prolongan en elementos materiales de decisiva importancia. Según reconoció Bonomi, la Policía también tiene dificultades que abarcan la posibilidad de incorporar nueva tecnología, adquirir armamento e incorporar más vehículos.
A esta altura resulta bien oportuno destacar que el ministro hizo una exposición basada en hechos, que presenta la realidad tal cual es. Muy lejos entonces de la tentación de encontrar amparo en la fácil teoría que en otros tiempos llevó a presentar el aumento del delito con un giro meteorológico, hablando de una «sensación térmica». Como si la percepción de la gente ofreciera una visión amplificada de la actividad delictiva. Hecho en que, por otra parte, se le atribuía responsabilidad a los medios informativos que, sensibles al interés público, habían ampliado su cobertura de los hechos policiales.
No es ocioso destacar este aspecto. Porque sólo quien reconoce y diagnostica los problemas es capaz de enfrentarlos con efectividad. Por el contrario, negar la realidad es un modo de fomentar la inacción y el conformismo nada menos que sobre un tema que figura en primer lugar entre las preocupaciones de los uruguayos.
También es necesario señalar que las decisiones importantes que ya se tomaron, tanto para la incorporación de una cantidad importante de personal nuevo a la Policía como para transferir personal desde el Ministerio de Defensa deberían implementarse en el plazo más breve posible. Cualquiera de ellas es de sustantiva importancia para mejorar los niveles de seguridad. Y deben pasar lo antes posible del papel a la realidad, a través de un esfuerzo sistemático por superar las barreras que hoy existen y que el ministro no describió en su intervención parlamentaria.
Bonomi también dijo que a través de una reestructura policial se busca suprimir una «cantidad sustantiva» de cargos para posibilitar la creación de nuevas vacantes en la Policía ejecutiva, la que sale a la calle a combatir el delito. También en este aspecto sería adecuado acelerar en lo posible la implementación de la medida. Ante la comisión de la cámara baja el ministro señaló su esperanza de tener resueltas todas estas situaciones entre octubre y noviembre. Es de esperar que por entonces la Policía ganará fortaleza para enfrentar los desafíos que tiene por delante.
También apoyado en realidades, Bonomi subrayó que la Policía «está siendo muy efectiva» en aclarar y reprimir los delitos, destacando la rapidez con la que se identificó y capturó a los autores de los recientes hechos de violencia.
En otro tramo destacable de su intercambio con los legisladores, el ministro dijo estar «cansado» de las críticas que se le han formulado a los llamados «megaoperativos» policiales. Al respecto afirmó que existe una «visión ingenua de lo que es la seguridad que atraviesa todos los sectores». Estas columnas han señalado ya en varias ocasiones su opinión favorable a estos procedimientos, cuya efectividad no puede de modo alguno medirse por las capturas que se concretan, sino por la necesaria afirmación de la autoridad pública en barriadas complejas en que los delincuentes intentan sustituirla.
Lo que se vio entonces en el Parlamento fue a un ministro que reconoce los problemas que su cartera tiene entre manos mientras maneja medidas que son adecuadas para brindarle a la Policía las fortalezas necesarias para cumplir con sus desafíos y las demandas de la opinión pública, que quiere ver un aumento sensible en los niveles de seguridad. Baste decir que esa es la conducta que se espera de un funcionario solvente, que debe comprometerse con las metas de su gestión y cumplirlas con eficacia. Una actitud que, manejando eufemismos, no cabe más que señalar como contrastante con algún predecesor en la misma responsabilidad.