
Australia reconocerá al Estado palestino, dejando a EE.UU. cada vez más aislado entre sus aliados clave
El gobierno de Australia ha anunciado oficialmente su decisión de reconocer al Estado palestino, sumándose así a una creciente ola de países occidentales que han optado por respaldar diplomáticamente la autodeterminación del pueblo palestino. Esta medida supone un cambio significativo en la política exterior australiana y marca un nuevo punto de tensión diplomática con Estados Unidos, que continúa resistiéndose a reconocer la soberanía palestina de manera formal.
El anuncio fue realizado por el primer ministro australiano Anthony Albanese durante una sesión parlamentaria, en la que destacó que el reconocimiento de Palestina «refleja el compromiso de Australia con una paz duradera, basada en una solución de dos Estados, justa y conforme al derecho internacional». Agregó que “no podemos seguir esperando indefinidamente una negociación que no avanza mientras el sufrimiento en Gaza y Cisjordania continúa”.
Con esta decisión, Australia se une a varios países que en los últimos meses han dado pasos similares, en respuesta a la ofensiva militar de Israel en Gaza y a la creciente presión internacional para poner fin a la ocupación de los territorios palestinos. Entre los países que ya han reconocido oficialmente al Estado palestino se encuentran España, Irlanda, Noruega, Eslovenia, y más recientemente, Nueva Zelanda y el Reino Unido.
Una tendencia en expansión
La decisión australiana llega en un contexto global en el que cada vez más países reconsideran su postura sobre el conflicto israelí-palestino. Más de 140 de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas ya reconocen a Palestina como Estado, incluidos varios países de América Latina, África, Asia y Europa del Este.
Recientemente, Reino Unido, España, Irlanda y Noruega realizaron un reconocimiento conjunto del Estado palestino, en un movimiento coordinado que buscó enviar una señal clara de respaldo al derecho internacional y a la búsqueda de una solución pacífica al conflicto. Eslovenia se sumó poco después y el gobierno de Bélgica ha declarado que está evaluando seguir el mismo camino.
Este movimiento ha intensificado el aislamiento diplomático de Estados Unidos, que, junto con un número reducido de países, sigue sin reconocer formalmente al Estado palestino, aunque apoya en teoría la solución de dos Estados. La posición estadounidense, centrada en la defensa de su alianza estratégica con Israel, se ve cada vez más desalineada con la de muchos de sus aliados históricos.
Implicaciones diplomáticas
El reconocimiento australiano no es solo simbólico. Puede tener repercusiones diplomáticas concretas, como el establecimiento de una embajada en Ramala o en otro punto de los territorios palestinos reconocidos, así como una reevaluación de los vínculos comerciales y militares con Israel. También puede tener impacto en los foros multilaterales, como el Consejo de Seguridad de la ONU o la Corte Penal Internacional, donde la presión para una mayor rendición de cuentas de las partes involucradas en el conflicto sigue creciendo.
Desde Palestina, el anuncio fue recibido con entusiasmo. Representantes de la Autoridad Nacional Palestina lo calificaron como “un acto de justicia histórica” y pidieron al resto del mundo que “no sea cómplice del apartheid ni del sufrimiento continuo de nuestro pueblo”. Por su parte, el gobierno israelí reaccionó con firmeza, calificando la decisión como «un error moral y estratégico», y convocó al embajador australiano para expresar su protesta formal.
Un cambio en el equilibrio internacional
Con la decisión de Australia, el bloque de naciones que reconoce oficialmente al Estado palestino ya representa una mayoría global. Lo que antes era una postura limitada a países en vías de desarrollo o de tradición no alineada, se ha transformado en una tendencia creciente entre democracias occidentales.
Esta nueva dinámica refleja un cambio generacional y político en la percepción del conflicto. Mientras que en décadas pasadas el respaldo a Israel era casi automático entre los aliados de EE.UU., hoy muchos gobiernos enfrentan una presión interna cada vez mayor por parte de sus ciudadanos, parlamentos y organizaciones de derechos humanos para tomar una posición más equitativa y firme frente al conflicto.