ALARCÓN pidió GARANTÍAS A LA POLICÍA, DE LO CONTRARIO NO PRESENTA AL EQUIPO
El fútbol uruguayo nuevamente tuvo un hecho de violencia relacionado con barras bravas. Lo insólito de esta situación es que esta vez se vieron involucrados jugadores de la institución a los que supuestamente estos hinchas deben alentar… y no amenazar.
Todo comenzó en la mañana de ayer. La presencia de doce barras bravas de Nacional en las inmediaciones del Hotel Days Inn no pasó desapercibida para nadie.
Presenciaron el entrenamiento matutino y todo transcurría con normalidad hasta que se cruzaron directamente con los jugadores. Allí comenzó un reclamo de parte de los barras, quienes exigían la entrega de camisetas oficiales que en apariencia les habían prometido tiempo atrás. Supuestamente los barras venden estas camisetas para financiar sus viajes al interior y al exterior y como se venía el debut en la Libertadores, los hinchas reclamaban por su “presea”.
Los jugadores fueron zafando como pudieron diciendo que en ese momento no podían entregar nada porque hasta el momento no habían recibido la indumentaria nueva, cosa que los barras decían que era mentira. La situación se puso muy espesa cuando la delegación emprendió viaje a Montevideo. El ómnibus de Turil iba en su trayecto normal hasta que de repente fue interceptado por algunos vehículos que eran manejados por los propios barras bravas que minutos antes habían exigido la entrega de camisetas.
Lo que en un comienzo arrancó con gestos y gritos hacia el ómnibus, prontamente se transformó en algo más grave porque los vehículos de los barras comenzaron a hacer maniobras delante del bus con la clara intención de que coche que trasladaba a los jugadores se detuviera. Aparentemente allí mostraron un arma de fuego y por ese motivo el ómnibus se detuvo en medio de la ruta.
En ese momento bajaron del ómnibus el gerente deportivo Daniel Enríquez y el utilero de Nacional, a quien acusaban directamente de ser el responsable de la situación. Los jugadores, por las ventanillas, trataban de calmar los ánimos que estaban muy caldeados.
reunión con jefatura
El alcohol y la droga que evidenciaban tener en sus cuerpos los barras no ayudaban en nada para calmar la situación. De algún modo hicieron entender que en ese momento no se podía entregar ninguna camiseta y el ómnibus finalmente arrancó de nuevo su camino a Montevideo. Se hizo una denuncia policial en la Jefatura de Nueva Helvecia, por la presencia de las armas de fuego y la situación fue tan surrealista que hasta el propio presidente de la institución, Ricardo Alarcón, manifestó que a raíz de este incidente no presentaría al equipo en la Copa Bimbo por falta de garantías y que esto se podría trasladar a la actividad oficial si no encontraba eco en las autoridades policiales.
A tales efectos, el presidente de la institución tricolor solicitó una reunión con el jefe de Policía de Montevideo, Néstor Artigas Lema, la cual se llevó a cabo en las últimas horas de la tarde de ayer. Allí le planteó un tema que preocupa a los dirigentes. Sucede que a raíz de este problema, la directiva decidió cortar absolutamente todo apoyo a los integrantes de la barra brava de Nacional (léase entradas de favor) y el presidente tricolor entiende que esta situación generará muchos más problemas en la interna de la institución. Alarcón reclamó garantías a la Policía para proteger a los jugadores, cuerpo técnico y a los dirigentes más reconocidos porque entiende que la situación se podría volver más espesa en estas horas.
Así funciona la barra tricolor
Ramón Jesús es el referente que tiene la Policía dentro de la barra brava de Nacional. Ha sido citado en más de una ocasión en las previas a los partidos más importantes para que, junto con él, se organice la entrada y salida de los más exaltados que él lidera. Ramón tiene varios laderos, entre ellos el “Sapo”, que normalmente se lo puede ver en la sede del club. Ambos, afirman, estaban en Colonia en el momento del incidente. El grueso de la barra brava de Nacional no supera las dos mil personas. Los días de clásico o partidos de Libertadores aparece gente que solamente acude a dichos encuentros y entre esos están los más exaltados.
En un momento Ramón decía que no recibía entradas de favor, pero el propio Ricardo Alarcón lo desmintió afirmando que en todos los partidos le entregan unas cuantas para que luego las reparta entre sus allegados. Dicen que plata no le piden a los jugadores, que eso lo hacen con los dirigentes. A los jugadores les “manguean” ropa. Una camiseta es el trofeo más preciado porque luego pueden venderla al mejor postor, pero también aceptan shorts, camisetas de entrenamientos, medias, gorros… o lo que venga.