LA CANCILLERÍA ASEGURA ESTAR “DESBORDADA” POR LA NECESIDAD DE ATENDER LA ALTA DEMANDA.
Este año retornaron al país 4.000 uruguayos. Cancillería afirma que se siente «desbordada» por los pedidos de asistencia a nivel laboral, jurídico e incluso psicológico, pero impulsa políticas para retener a los retornados por el bajo crecimiento demográfico.
El 80% de los ciudadanos que retornan provienen de Estados Unidos y España, lo que representa un cambio con respecto a la tendencia histórica. Antes del año 2000, «los pocos que volvían lo hacían sobre todo de Argentina (55%) y Brasil (una décima parte). España y Estados Unidos no figuraban. De allí no volvía nadie», explicó la encargada de la Oficina de Retorno y Bienvenida (ORB) de la Cancillería, Ana María Sosa, en un informe divulgado ayer por la revista Políticas de Presidencia.
Según el director del Departamento de Vinculación de la Cancillería, Gerardo Pérez, la vuelta se ve impulsada por el crecimiento del país pero en especial por la crisis que afecta a los países del primer mundo.
De acuerdo a los datos disponibles, el retorno de uruguayos se triplicó desde 2008. Ese año el promedio mensual de retornados era de 100 y en la actualidad sobrepasa los 350. El aumento fue significativo desde 2010, cuando la cifra ascendía a 300 retornos mensuales.
Desde Cancillería consideran que la cifra de retornos es aún mayor, porque los números que tienen refieren solo a las personas que se contactaron con el gobierno para ser asesoradas o asistidas, pero no incluye a muchos otros que, por tener recursos suficientes, pueden haber retornado sin quedar registrados en la cartera.
La principal preocupación de quienes retornan es conseguir trabajo. De hecho, ocho de cada diez de los uruguayos que vuelven están en edad de trabajar y a la ORB se acercan alrededor de 20 personas por día para pedir asesoramiento. «Les preocupan sobre todo
sus perspectivas de empleo, por la edad con la que regresan o porque muchas veces no cuentan con papeles, documentos, recibos de paga que acrediten su experiencia laboral, o, en el otro extremo, por estar sobrecalificados», explicó Sosa en este sentido.
Sosa remarcó que están «desbordados» por la asistencia que se le pide a la cartera, que no es solo laboral sino social, jurídica e incluso psicológica.
Pese a que la ORB insiste en que su cometido no es subsanar estas dificultades, trata de asociarse con instituciones privadas para conseguir soluciones. De todas maneras, Pérez admitió que Uruguay «no está preparado para un retorno masivo como el que se está dando».
Desde Cancillería explicaron que el retorno es difícil para quienes volvieron porque perdieron el trabajo pero también para los retornantes de clase media o alta porque deben «enfrentar prejuicios, readaptarse, superar obstáculos burocráticos, por ejemplo, en materia de equivalencias de carreras universitarias, corporativismos».
En el caso de quienes tienen menos recursos económicos, las dificultades que llevan a que necesiten asistencia incluso psicológica refieren a la «frustración» con la que regresan. «Hay que tener en cuenta que las que más consultan son personas de bajos recursos, con un collar adherido de frustraciones: debieron irse primero expulsadas de su propio país, pusieron las expectativas en otro y tampoco les fue bien, y ahora intentan una nueva y dificultosa reinserción», dijo sobre este punto Sosa.
Pese a estas dificultades, el gobierno considera que se les debe dar a los retornados «incentivos» para que se queden en Uruguay. «Hasta por un problema demográfico el retorno debería ser impulsado. Es cuestión de que el conjunto del Estado vaya en esa dirección, pero todavía se está lejos», explicó Sosa. El tema fue abordado al menos en dos ocasiones por el presidente José Mujica en las reuniones del Consejo de Ministros. El argumento del presidente fue en ambas ocasiones el que explicó Cancillería: debido al bajo crecimiento demográfico, sería positivo para el país el retorno de los uruguayos.
En el exterior viven alrededor de 600.000 uruguayos, según los datos de que dispone Cancillería. Esto incluye tanto a los que emigraron como a los hijos nacidos en el exterior. Debido a la gran cantidad, se le denominó tiempo atrás a la diáspora «Departamento 20».
BÚSQUEDA DE TRABAJO VÍA SKYPE ANTES DE VOLVER
Una nueva tendencia entre las empresas privadas que seleccionan personal es realizar entrevistas a uruguayos que pretenden retornar a través del servicio de videollamada en internet de Skype. «Están muchos más activos los uruguayos en el exterior que piensan volver. Hemos notado que se ha contactado mucha gente que está en el norte, en Europa, y quiere venirse con algo más seguro de trabajo. Por eso han participado de procesos de selección vía Skype», explicó a Ultimas Noticias la gerente general en Uruguay de la consultora Manpower, Inés Arrospide.
El fenómeno les viene «muy bien» a las empresas que reclutan personal para empresas del medio, por la escasez de gente dispuesta o capacitada para cubrir las vacantes.
En Advice, otra de las consultoras laborales importantes que operan en el país, se generó este año una ventanilla especialmente dedicada a los retornados, llamada «Repatriados». En 60 días, la empresa recibió 50 consultas. Corresponden a perfiles universitarios y 30% a personas entre los 31 y 35 años, informó a Ultimas Noticias el gerente de Advice, Federico Muttoni.
RETORNO CON SUS RECURSOS
La mayoría de los ciudadanos que retornan al país lo hacen porque perdieron su trabajo, fueron deportados o sintieron que en el país donde se encontraban no existía un «diferencial» suficiente para quedarse allí. Sin embargo, de acuerdo a la información con la que cuenta el Ministerio de Relaciones Exteriores un cuarto de los ciudadanos que regresan al país tienen un perfil educativo alto y casi un tercio pertenece a los «sectores sociales más acomodados». La encargada de la Oficina de Retorno y Bienvenida de la Cancillería, Ana María Sosa, explicó que en el 2000 quienes emigraban eran, en general, jóvenes y solteros, mientras que quienes retornan en la actualidad son en general hombres mayores de 40 años, en muchos casos con sus familias, lo que «habla de una cierta voluntad de reinstalación duradera en el país».