DEBORAH RODRÍGUEZ: LA ATLETA URUGUAYA MEDALLA DE BRONCE EN EL MUNDIAL DE MENORES
Llegar al hogar Rodríguez-Guelmo es como llegar a un lugar donde se respira paz, humildad y sobre todo amor. Esa es la sensación que dio Deborah desde el comienzo de su carrera, una niña-mujer que sobre todas las cosas, puso en alto ese orgullo por su familia, ese apoyo incondicional de sus padres y hermanos.
Elio fue deportista toda la vida; su dedicación al fútbol hizo que su esposa Silvia dejara el atletismo para seguirlo y acompañarlo en la vida. Tuvieron tres hermosos hijos que inculcaron a que siguieran la misma línea, porque por sobre todas las cosas para esos padres: “Es bueno que se formen como hombres y mujeres de bien, y eso se los da el deporte”.
Deborah incursionó por todos los deportes, pero su amor fue el deporte madre: “En realidad a los cuatro años comencé a hacer deporte, hice de todo, pero como mi madre era atleta comencé a practicarlo. Al principio fue como un juego de niños hasta que ahora me lo tomo de forma profesional”
Que era el deporte al cual se iba a dedicar toda su vida, se dio cuenta: “Cuando se empezaron a dar los resultados, en los Sudamericanos, cuando fui al Mundial, allí me di cuenta que era lo mío. Yo comencé en la escuela de atletismo, luego pasé a Defensor Sporting, al Empole y ahora estoy en el Campus de Maldonado”.
Sin lugar a dudas, para Deborah es un gran cambio que lo nota día a día: “Hoy estoy en el mejor equipo, los cambios fueron muy bruscos; desde el comienzo hasta ahora comparando los resultados, la verdad fueron muy buenos y los cambios también. No solo en la parte de marcas sino también en la parte física me cambió la vida”.
EL GRAN VUELO
De aquel comienzo a los 14 años y hasta el día de la fecha, para Deborah parece que pasó mucho tiempo, sin embargo en dos años logró grandes cosas: “De aquel Sudamericano escolar al Mundial de Menores fue toda una aventura. Estuve en Ostraba en 2007 que fue mi segunda experiencia internacional y ahora viajar al Mundial de nuevo y la semana que viene también. Porque el viernes viajo a San Pablo y luego a Berlín; como que se fue dando todo de golpe”.
Sin lugar a dudas representar a Uruguay es lo máximo: “Con catorce años no sabía bien, no le encontraba el sentido de lo que era defender a Uruguay, ahora que sé que es mi carrera y mi vida. Es un orgullo, estar en el podio y poder ver la bandera uruguaya es algo muy grande”.
Existen diferencias entre los atletas nuestros y los atletas extranjeros, pero para nuestra medalla de bronce: “A lo primero me da miedo pero en realidad si vas enfocada a lo que vos querés, si vas con una meta y sabes que es esa, no te interesa nada. Somos todos iguales, todos tenemos los mismos músculos. Nunca me dio vergüenza haber nacido en mi país. Obviamente la infraestructura acá no es la misma que en otros países pero bueno, ya se vio, yo tuve la oportunidad de ganar una medalla y la gané”.
Para ella es bueno viajar y adquirir experiencia con becas: “Es bueno viajar, es bueno adquirir experiencia y tener otro tipo de conocimientos. En este momento estoy entrenando con Andrés Barrios, quien tiene mucha experiencia y mucha idea pero creo que para un deportista uruguayo también es bueno compartir con otros”.
LA MEDALLA
Llegar al Mundial fue una proeza, porque al momento de viajar no tenían los pasajes, y treinta minutos antes de subir al avión tuvieron que hacer todos los trámites: “Fue espantoso, pasamos unos nervios bárbaros. La IAAF no había mandado nada y si no fuera por mi entrenador, hoy no podría contar esto y te imaginás el haber subido al podio. Para ellas, las otras atletas, fue una sorpresa porque nadie se imaginaba; yo estaba quince en el ranking mundial; cuando corrí pasé a octava y luego pasé a sexta y quién se iba a imaginar que Uruguay iba a estar entre las tres primeras. Mi técnico me tenía mucha fe pero para mí fue sorpresa también, cuando me vi ahí entre las tres primeras, entre la representante de Jamaica y la rusa me agarraba la cabeza y decía “no, por Dios, no lo puedo creer”
La semana que viene: “Viajo hacia San Pablo, al Sudamericano juvenil y la otra semana me voy para Berlín, al Mundial. Primero vamos a ir a un campamento de atletismo para entrenar junto con Andrés Silva y adquirir un poco más de experiencia”.
Su hoy compañero de selección fue en un momento su ídolo: “Cuando era chica, Andrés Silva era uno de mis ídolos, cuando fui al Campus y tuve la posibilidad de entrenar con él fue una experiencia muy linda, hoy en día es como mi entrenador, hace las mismas pruebas que yo y tiene más experiencias a nivel internacional, no solo me enseña la parte técnica y física sino también la psicológica, él me ayuda a pasar los obstáculos”.
A nivel de estudio a Deborah se le hace un poco complicado: “Estoy haciendo Administración de Empresas en la UTU, tuve un par de viajes y se me complicó por las faltas pero bueno, ahora me voy a poner al día. Yo quiero hacer las dos cosas, quiero terminar los estudios, y en mi futuro quiero hacer una carrera terciaria. Si tuviera que poner en la balanza el estudio y el deporte, era un cincuenta y cincuenta pero ahora me doy cuenta que es imposible. Yo entreno a la mañana y a la tarde estudio pero termino muy cansada. No quiero abandonar los estudios, y aunque me vaya un mes a Alemania luego lo solucionaré”.
LOS OBJETIVOS
A la hora de hablar de sus objetivos: “Son los Juegos de 2012 en Londres. Pienso llegar, es mi sueño al igual que el de Andrés. Después tenemos el 2016, que está mas cerca (se ríe), si llega a ser Río de Janeiro puedo llevar a toda mi familia. Me siento muy apoyada, tengo una familia hermosa, mis padres, mis hermanos, mis tíos, mi novio, todos mis amigos. Me siento muy acompañada también. Son de pelearme mucho, pero me pelean cuando estoy pero cuando me voy me aman. Son de darme consejos, me apoyan constantemente, son muy celosos, pero tratan bien a mi novio”.
Mientras iban llegando otros familiares para reunirse con Deborah y realizarle la despedida antes de irse para Alemania, su mamá Silvia también habló con gran orgullo y con los ojos llenos de lágrimas: “Es divino lo que estamos viviendo. Fue algo que hicimos con mucho sacrificio, no es fácil que no esté viviendo con nosotros; una como madre está preocupada, quiere que todo esté bien, pero me siento orgullosa porque es perseverante, responsable, el sacrificio obtuvo sus frutos”.
La vida de Silvia en el deporte también comenzó muy temprano: “Con nueve años, mi primera profesora es la actual directora de la pista, me gustaba mucho el entorno del atletismo, lo que era el compañerismo, la solidaridad, el ambiente de fraternidad que gira en torneo a él. Pero indudablemente aquella época no es la misma que ahora, el tema es que había muchos más atletas. Empecé en ese deporte porque me gustó y realmente lo dejé porque me casé”.
Silvia siguió a Elio: “Bueno, son decisiones que se toman en la vida y no me arrepiento. Mis condiciones no eran las mismas que las de Deborah, ella tiene otras condiciones, tiene una gran energía, fuerza y vitalidad, no solo se necesita tener condiciones sino que tiene que ir acompañado de otras cosas”.
El atletismo volvió a su vida hace un par de años, pero las jugadas del destino quisieron que lo abandonara otra vez, no para seguir a su esposo, sino esta vez a seguir a sus hijos: “Entrenaba tres veces por semana pero Deborah se fue afirmando y con el trabajo y todo eso se me complicó, no seguí. Me dedico a ellos, acompaño al hermano al fútbol, al otro al basquetbol, a Deborah a la pista. Y en eso estoy”.
LAS DECISIONES
El que Deborah se fuera para Maldonado no fue solo decisión de la madre o el padre, sino “que lo hicimos toda la familia. Pensamos que lo mejor era irse a Maldonado, es una decisión de las que no nos vamos a arrepentir. A lo largo de su vida ella no me va a decir que no le di la oportunidad, lo que ha logrado lo ha hecho por ella. La dejamos volar, costó, pero estamos contentos de tomar la decisión correcta y se está manejando muy bien”.
Elio piensa que “lo que uno predica y lo que trasmitimos es lo que nos trasmitieron a nosotros, Más allá de todo no tiene que cambiar nada, antes que buenos deportistas tienen que ser mejores personas. Hoy por hoy estamos en eso. No solo se lo trasmito a mis hijos sino también a los pibes con los que estoy trabajando en las juveniles de Liverpool. Se han perdido muchas cosas, se han perdido códigos y hay que volver a tenerlos. Los tiempos son difíciles y nosotros estamos convencidos de que si se rodean de gente que practica el deporte se van a rodear con gente sana. Uno tiene que aprovechar, porque en el deporte es una media hora y el estudio está por arriba”.
Imaginándose un futuro dijo: “Habrá que empeñarse de nuevo para ir a Londres, si es su objetivo, más allá de lo que se pueda sufrir de gastos te queda la sensación de que hiciste las cosas bien y la hiciste por ella”.
El sueño de ella, es el sueño también de los padres: “Andrés siempre me dice que vamos a luchar y entrenar para llegar al objetivo, ella es muy joven, lo que ha logrado al día de hoy lo tiene que aprovechar porque se da pocas veces en la historia. Lo importante es que lo tiene que disfrutar y es fruto de su esfuerzo y no se lo va a quitar nadie”.
Y si uno ve su entorno, si uno ve el abrazo que se dan entre hermanos, las miradas entre madre e hija, la complicidad de su padre, está seguro de que lo van a conseguir. Entre todos, en familia, porque la base de los Rodríguez-Guelmo es la unión, la comprensión, el amor y la lucha por lo que uno quiere.
MAÑANA LA RECIBE TABARÉ VÁZQUEZ
En el día de mañana, la atleta será recibida por el Presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez. Deborah irá junto con su entrenador, Andrés Barrios y sus padres. Para Elio es reencontrarse con el presidente del club al cual defendía en su época: Progreso. La reunión será en la Casa de Gobierno en horas del mediodía.
ELIO SE VE REFLEJADO EN SU HIJA
Para Elio es “una situación muy semejante a la que viví cuando me tuve que ir a jugar al fútbol al exterior. Yo había elegido el fútbol como un medio de vida y fue una gran oportunidad. Yo estuve en Peñarol, Cerro, Progreso, Huracán y luego me llegó la posibilidad cuando estaba en Liverpool de emigrar y fue de un día para otro. Yo era más grande, tenía 23 años. Como hijo único desprenderme de mi entorno familiar fue duro, pero yo compré una casa con eso. Tomé esa decisión tomé mi bolsito y me fui para la vecina orilla, en lo deportivo fue bueno pero en lo económico fue mejor. Lo de ella ahora se presenta diferente, es más chica, es mujer, son tiempos difíciles. Quizás si hubiera estado en el fútbol saca mucho más (sonríe)…”.