El Pais 24

Murió Ricardo Espalter, una ofrenda permanente al humor

TOTO PANIAGUA, MARIETA RIVAROLA Y PINCHINATI FUERON SUS GRANDES CREACIONES

Se fue otro grande de la escena, un actor de un carisma muy especial y, como muy pocos, reconocido fuera de fronteras. “Cacho” Espalter murió en Maldonado, donde residía, a los 82 años, víctima de una insuficiencia renal.

El putismo al poder: flanqueado por D`Angelo y Frade, Espalter encarna a su memorable Pinchinati.

Siempre tuve presente aquel comentario que un vecino amigo me hacía allá por 1962, en los comienzos de Telecataplum, de cuando él iba a la UTE (entonces Usina y Teléfonos del Estado) y en una de sus oficinas veía a Ricardo Espalter atender al público. Solo verlo, su rostro, sus gestos -me comentaba- causaban gracia (en el mejor de los sentidos).

Venía de experiencias teatrales, había pasado por La Máscara y por Club de Teatro y tras algunas incursiones publicitarias, Espalter había sido –entre otros, con D’Angelo, Raimundo Soto, Alberto Monteagudo y Los Lobizones- fundador de “Telecataplum”. Jorge Escardó y Alfredo de la Peña estaban detrás de cámaras y el ciclo inicial marcó desde el arranque mismo una impronta que luego –muy poco después-, tras ganar el “Ariel” al mejor programa humorístico y con algunas incorporaciones, les diera la oportunidad de ganarse en Buenos Aires un mote que los identificó para siempre: “los uruguayos”. Que era mucho más que una ubicación geográfica, era distinguir una manera de hacer humor que nunca pudieron practicar en la vecina orilla.

Con el paso de los años y los títulos, llegaría también el momento de los homenajes y fue en estos últimos años, después de cuarenta largos de hacer humor, que “la troupe de cómicos uruguayos, la del humor sano” fue rescatada en varios especiales televisivos para que las nuevas generaciones la conocieran, para que pudieran encontrar esa línea demarcatoria que separa la sutileza de lo chabacano o procaz. Había excepciones en la vecina orilla, pero eran solo eso.

HUMOR A DOS ORILLAS

Ricardo Espalter nació el 14 de abril de 1924. Estuvo primero en La Máscara y luego pasó a Club de Teatro (Berto Fontana lo dirigió en “Raíces; trabajó con él en “Caracol col col”, entre otros) y pronto llegó su agrupación con Eduardo D’Angelo y otros amigos para hacer algo de publicidad. Allí se forma el grupo que en 1962 fundará “Telecataplum” (Canal 12) y con su enorme éxito desde la primera temporada, el pase rápido para “cruzar el charco” una vez por semana y establecerse en los estudios del 13 (“nos vieron en enero y en marzo estábamos en cartelera”, evocó D’Angelo) e instalarse –sin abandonar Montevideo, claro está- en la pantalla chica porteña, para ser desde entonces “los uruguayos”, dueños de una fórmula que ganó gran popularidad a partir de los libretos de Jorge y Daniel Scheck (Los Lobizones) y los aportes de todos ellos, delineando ya algunos personajes que quedaron grabados para siempre en el imaginario colectivo del Río de la Plata.

SUCESIÓN DE TÍTULOS

Hacia fines de los años sesenta -desvinculados Espalter, D’Angelo, Almada, Berugo y otros de “Telecataplum”- nace “Jaujarana” para la TV argentina y años después cambiarán el título por “Hupumorpo”. Henny Trailes, Raimundo Soto, Divino Vivas, Berugo, entre otros, se radicaron por entonces en Buenos Aires.

Viene la era del color y nace “Comicolor”, después vendrá “Hiperhumor”, se unen con Sofovich (al morir Olmedo) y hacen “Shopping Center” y tres meses después “Zapping”. Pero vuelven a quedar ellos solos y retorna entonces “Hiperhumor”, con algún agregado: Susana Romero, Silvia Pérez y Yuyito González, por ejemplo.

En Montevideo, hacia fines de los años setenta, se reunieron con Mecha Bustos, Dante Ortiz, Ruben García, Nelson Lence y otros, para hacer “Decalegrón” (Canal 10).

Habían estado antes en Chile (programa de Don Francisco); los viajes del trío Espalter, Almada y D’Angelo eran tan frecuentes que sus horas en Montevideo eran contadas.

Hicieron también café concert y lo que aquí no pudo verse fue un ciclo libretado por Juan Carlos Mesa, “Rompenueces”, al tiempo que transcurrían las últimas temporadas de “Decalegrón”, que no tuvo un final acorde a sus protagonistas.

De España vinieron para grabarles en varias oportunidades. Lo de Espalter y compañía era humor internacional al más alto grado.

UN REPASO DE NOMBRES

Desde los primeros tiempos de “Telecataplum” se recuerdan aquellos chapuceos (sobre todo en ruso) que fueron característica de Cacho Espalter; después vinieron su personaje en “Hogar doce hogar”, la inolvidable Marieta Rivarola (que nació en “Jaujarana”), el Toto Paniagua (nacido en “Hupumorpo” y protagonista luego de una película) que recibía lecciones de modales y de gastronomía; pero le hacían fácilmente pinta de dueño -aunque lo empresarial no fue lo suyo- y en pantalla lo fue de una farmacia (don Cristóbal) y de una discoteca. Y quién puede olvidar el parroquiano del boliche de “Decalegrón”, con su salida final, y los cuentos del hospital después de su “eterna” operación, visitado por sus amigos.

Un capítulo aparte merece sin dudas Pinchinati (líder putista, PUT: Partido Uruguayo Tradicional). El personaje nació en “Decalegrón” y cobró una dimensión jamás pensada por quienes lo acunaron, un fenómeno social estudiado oportunamente que llegó a reunir en marzo de 1999 (ocho meses antes de elecciones nacionales) miles de personas en un acto realizado en la Plaza de los 33 orientales.

NO VUELVEN

Cacho Espalter integró un grupo de esos que marcan historia, que no se vuelve a repetir. Recibió homenajes en vida y seguirán saliendo al aire otros, para continuar haciendo docencia, con un humor tan profundo como sencillo y sutil.

Hizo teatro (antes y después de la televisión) y bastante cine (12 películas en Argentina, incluida “Toto Paniagua”; más “La raya amarilla” y “El dirigible” separadas por algo más de treinta años). También fue protagonista de algunas comedias televisivas argentinas.

Y quedó pendiente -nos comentaba D’Angelo- un proyecto acariciado en tantas horas de hotel y de avión, con él y con Almada: hacer “los 3 Chiflados” del Río de la Plata.

Cacho Espalter fue un actor sin repetición, una de las dos caras que más identificaron a “Telecataplum” (él y Raimundo Soto), un hombre rodeado de amigos y a quien la vida le dio algún disgusto, pero pesan más, sin duda, las múltiples satisfacciones cosechadas a lo largo de décadas, el afecto bien ganado de la gente. Un artista sobre el que habría que seguir escribiendo.

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