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El clásico de la Villa: si no sos de ahí, no lo entendés

LA PASIÓN DEL CERRO-RAMPLA Y SUS HINCHAS FAMOSOS

Los de afuera somos de palo. Sólo los del barrio entienden la pasión que despierta el clásico de la Villa. Son Cerro y Rampla, rivales y hermanos, con vecinos y familias divididas cada vez que se enfrentan sus colores.

El Pepe Mujica hace fuerza por los Villeros y Natalia Oreiro por los Picapiedras. Son ellos los dos hinchas más famosos que tienen estos clubes, aunque ninguno alcanza el mínimo de fidelidad necesario como para considerarse «hincha». Es que al presidente sólo una vez se le ha visto en el Troccoli, y la actriz no pisa el Olímpico desde pequeña. «De niña acompañaba a mi padre a la cancha de Rampla», recordó Natalia en más de un reportaje, y en el año 2002 se animó a decir que «algún día me encantaría ser la primera dirigente mujer del fútbol uruguayo». Tarde piaste Nati, pues ya te han ganado de mano en varios clubes, y hasta en tu rival de barrio, pues Cerro tuvo hace pocos años dos maestras en su directiva.

Mujica admite ser hincha de Cerro, aunque reconoce que el fútbol no es de sus principales pasiones. Es así que al Pepe sólo se lo recuerda una vez en la tribuna del Troccoli, y eso fue en el año 2005, en sus primeros días como ministro de Ganadería.

Otro del mismo palo, Jorge Zabalza, viejo compañero del Pepe, cuenta que «emigré hacia Montevideo, al Cerro y Santa Catalina; y hoy puedo decir que soy un minuano hecho cerrense, hincha de Sportivo Minas y de ¡Cerro Cerro!».

La Oreiro no es habitué a los partidos del rojiverde, aunque a su manera apoya al club. En noviembre de 2007 se lanzó una campaña financiera para alimentar las siempre alicaídas arcas de Rampla, y Natalia fue la protagonista de los avisos publicitarios que animaban a los picapiedras a hacerse «Socio de Oro». El rodaje de aquellos comerciales por los que Natalia no cobró un peso, prestando gustosa su imagen, se realizó en Buenos Aires.

UN TRAVESTI POR CERRO

Hincha famoso, pero hincha de verdad, es Rafael Cotelo. El popular murguista de La Catalina, que aporta su humor en La Redonda de Canal 12, y en Segunda Pelota de Océano FM, prometió besar a un travesti si su cuadro ganaba la Liguilla de 2009 y clasificaba a la Libertadores. Cada integrante del programa radial hizo diferentes juramentos; los de Jorge Piñeyrúa (hincha de Defensor) y Pablo Fabregat (de Nacional) eran si sus equipos ganaban la Libertadores de ese año, y cuando le tocó a Cotelo dijo «si Cerro gana la Liguilla yo me chuponeo a un travesti durante un minuto». Defensor quedó en cuartos de final y Nacional en semifinales, pero Cerro ganó la Liguilla, y el Rafa debía cumplir su promesa, aunque arrugó como frenada de gusano. 

Para convencerlo, se necesitó de la colaboración del plantel de Cerro y hasta de Alejandro Balbi. Y así fue como se pactó el encuentro entre Cotelo y el travesti conocido como el «Manteca» en una Plaza Cagancha que se llenó de curiosos. Y el Rafa cumplió, aunque el beso fue sólo un piquito y duró apenas unos segundos.El humorista es de esos hinchas verdaderos, y tal cual él mismo lo confiesa, hace lo imposible por ir a ver su Cerro querido: «Con el tiempo y después de pagar derecho de piso conseguí laburar en La Redonda sólo hasta que empiezan los partidos de Peñarol y Nacional; y una vez que empiezan yo vuelo a ver a Cerro, salvo que juegue en el interior».

PICAPIEDRAS HISTÓRICOS

Enrique Iglesias es otro hincha de Rampla con fama mundial, al igual que Natalia Oreiro aunque en otros ámbitos. Fue presidente del Banco Interamericano de Desarrollo entre 1988 y 2005 y desde entonces es secretario general de la Secretaría General Iberoamericana. Posee varios títulos de «Honoris Causa», y a sus 80 años sigue a su cuadro desde lejos. Lo curioso del caso de Iglesias es que nació en España y de chico se vino con su familia al Uruguay, radicándose en el Reducto y no en la Villa del Cerro. ¿Cómo se habrá hecho Picapiedra?

Otro famoso e histórico de Rampla fue Ricardo Espalter. Cuando falleció, hace tres años, hasta los más fanáticos cerrenses lamentaron su pérdida. Es que Espalter era de los hombres públicos más queridos en nuestra sociedad, a tal punto que en 1989, cuando hizo el personaje de Pinchinatti (imitación de un político que se postulaba a la Presidencia), llenó de gente el Palacio Peñarol, generando la envidia de los políticos verdaderos.

El «Cacho» siempre que pudo destacó su condición de hincha ramplense, y en forma seguida se lo podía ver en las tribunas del viejo Parque Nelson.

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