Documental y varios homenajes dedicados a “Becho, el del violín”
Alfredo Zitarrosa se inspiró en Carlos Julio Eizmendi para componer la famosa milonga
El filme dedicado a Carlos Julio Eizmendi que lleva por nombre “Becho, el del violín” está en sus últimas etapas de preparación, dijo Carlos Castillos, periodista, docente y realizador de la cinta. Entre febrero y marzo piensa estrenarla en la pantalla grande.
Desde hace dos años Castillos promueve el Cine con Vecinos en nuestro país, dirigido a la producción de documentales sociales y de rescate de la memoria colectiva. En esta ocasión pensó en rendirle homenaje al violinista Carlos Julio Eizmendi, “Becho”, nacido en Lascano, departamento de Rocha, el 7 de febrero de 1932 y fallecido en Montevideo en 1985.
“Becho” fue uno de los amigos más entrañables de Alfredo Zitarrosa. Ambos compartieron noches de bohemia, esos encuentros nocturnos en donde surgen mil temas de conversación y son -muchas veces- inspiradores de los artistas. Sin embargo, “Carlos Eizmendi tenía suficientes méritos como para ser un artista de trascendencia internacional”, subrayó Castillos. “Sus coterráneos dicen que ‘Becho’ fue un lascanense universal por su dilatada trayectoria artística en orquestas de Cuba, Bolivia, Venezuela, Alemania, España y las presentaciones hechas en Austria, Holanda, Hungría, Italia, Francia y República Checa”, especificó el realizador.
-¿Cómo nació la idea de hacer el documental?
-Fue muy casual lo de “Becho”. Recién comienzo a dedicarme a los documentales. Durante cinco años me aboqué al periodismo en Argentina (ndr: es corresponsal de Uruguay y Paraguay para la agencia alemana de noticias DPA). Trabajando allá me enteré de la existencia de un movimiento llamado “Cine con vecinos” que se hace en una ciudad pequeña en las afueras de Buenos Aires con películas de la vida cotidiana, de contenido social. Decidí que cuando volviera a Uruguay me dedicaría a algo similar. Hice cursos relacionados al cine documental hasta que en 2008 volví a trabajar aquí. En el Chuy, donde nací, conocí a Julio Dornel, ex corresponsal del diario La Mañana que también hizo televisión en el pueblo y guardaba un archivo de imágenes impresionante grabadas en casetes. Para preservarlos se los digitalicé y se los clasifiqué hasta que un día me encontré con una entrevista realizada a los padres de “Becho” -doña Chicha y don Ángel- contando la vida de su hijo desde que nació hasta su muerte, en tan solo 45 minutos. Pensé que ese material tan valioso era el germen para crear un documental. “Becho” nació en Lascano, veraneaba en la barra del Chuy y vivió algún tiempo en Rocha donde daba clases en el conservatorio de música. Era un personaje sensacional.
-¿Fue difícil conseguir suficiente material para armar el documental?
-Fui a Lascano, a Rocha y a la barra del Chuy a tomar imágenes. En el Chuy vive la familia Eizmendi, primos segundos de “Becho” pero no tienen registros de nada. Simplemente recuerdos de mateadas o de noches de bohemia. No tuvo hijos, se casó dos veces, su segunda esposa era flautista y aún vive, pero no quiso participar en nada aunque aportó algunos elementos para el proyecto. No hay imágenes filmadas de “Becho”. Encontré a un señor alemán en La Paloma, quien fue su amigo de tragos y pensé que tal vez tuviera material. Efectivamente, tenía muchas fotografías, así como cartas manuscritas que la madre le enviaba a Alemania, cuando él estaba de gira. Este señor alemán me dio un casete donde aparecen “Becho” y el bandoneonista René Marino Rivero, también un personaje especial. Es el único material sonoro que hay, más algunos CD editados hace muchos años con “Becho” ensayando junto a Zitarrosa. Con los elementos que pude reunir me dediqué a armar un documental que trata de ofrecer una imagen de este magnífico violinista.
-Con cartas, fotos, anécdotas de “Becho” es posible reconstruir parte de la vida y de la trayectoria de un hombre -por cierto- muy pintoresco.
-Así es. La gente lo asocia muchísimo con Zitarrosa, pero él tenía valores independientemente de Alfredo y de la canción “El violín de Becho”, especialmente escrita y dedicada al gran amigo de noches de soledad. Sin exagerar, creo que eran almas gemelas. En el casete que me dio el señor de La Paloma, se escucha muy lejana la voz de “Becho” que era similar a la de Zitarrosa. Empedernidos bohemios de sensibilidad superdesarrollada. Existen muchísimas anécdotas que los vinculan. Una de ellas cuenta sobre los veranos en la barra del Chuy y las serenatas que les daban a las muchachas, allá por las décadas del ’60 y ’70.
-“Becho” vivió de su música, ¿es así?
-Claro que sí. Integró 18 años la Orquesta Sinfónica del Sodre. Luego estuvo ocho meses contratado en Cuba, de ahí se fue a Alemania, dio un concurso entre 200 violinistas y ganó el primer premio para entrar en la Sinfónica de ese país. Trabajó en España, hizo giras por Austria, Hungría, Rumania, Francia e Italia, dirigió un conservatorio en Bolivia, estuvo dando clases e integrando una orquesta en Maracaibo. Era un fenómeno. Me encontré con gente aquí en Montevideo, que me dijo que en algún momento lo vieron tocar en un boliche llamado “La Tapa” situado en el sótano del Palacio Salvo. Él llegaba y pedía para tocar e interpretaba música con el violín a cambio de un vaso de whisky. Ahora ato cabos y me explico por qué Zitarrosa le hizo esa canción. Los dos tenían el mismo carácter. No tengo documentos que lo avalen, mucha gente me ha dicho que la introducción tan conocida de violín que tiene el tema de Zitarrosa, en realidad es una melodía que “Becho” usaba para afinar las cuerdas o calentar los dedos antes de una actuación. Zitarrosa la escuchó e hizo la milonga que todos conocemos.
Hace más de un año que Carlos Castillos recolecta material por todo Rocha para su documental. Aún existe el rancho donde “Becho” pasaba sus vacaciones y los lugares a los que acudía a dar serenatas con sus amigos. Allí filmó varias escenas.
Este magnífico intérprete merece tener un capítulo aparte en la historia del arte separado de Zitarrosa. “Por eso el título completo del documental será ‘Becho, el del violín: algo más que una canción'”, puntualizó.
Honrar su memoria
Además del documental, un grupo de rochenses entre quienes se encuentran Rodolfo Picca (hoy residente en la ciudad de La Paz, Canelones), Julio Dornel (periodista de Chuy) y Víctor Velásquez, periodista e investigador de Lascano, preparan una serie de homenajes para este año.
Picca proyectó, diseñó y consiguió esculpir una placa de mármol de 1,80 de altura y 100 kilos de peso, que será colocada en una plaza de Lascano, en inmediaciones del liceo local, adonde concurrió “Becho”.
También se organiza la presentación en Rocha de la obra de teatro “El violín de Becho”, escrita, actuada y dirigida por el dramaturgo montevideano Rubens Motta y en la que se reproducen capítulos salientes de la vida de “Becho”. Esta serie de homenajes se concretarán todos juntos, en fecha a determinar ya que es necesario ajustar algunos detalles como la culminación del documental y el traslado de la placa.