
Costa Rica: de la “Suiza de América” a ruta clave del narcotráfico
Durante décadas, Costa Rica fue reconocida como un oasis de paz, democracia y estabilidad en una región marcada por conflictos y desigualdades. Su imagen como la “Suiza de América” se forjó a partir de una sólida institucionalidad, un Estado de bienestar que amplió derechos sociales, la abolición del ejército en 1948 y un compromiso pionero con la conservación ambiental. Sin embargo, en los últimos años el país enfrenta un nuevo desafío: el narcotráfico lo ha convertido en una ruta estratégica entre los países productores de droga en Sudamérica y los mercados consumidores en Norteamérica y Europa.
Un giro en la mirada internacional
El reciente memorándum emitido por el presidente Donald Trump al secretario de Estado, Marco Rubio, colocó a Costa Rica en la misma lista que otros 22 países vinculados de una u otra forma al tráfico de drogas, como Afganistán, Pakistán, Colombia, México, Venezuela, Birmania, China y el resto de Centroamérica. Aunque la inclusión de Costa Rica en esa categoría generó sorpresa, el ministro de Seguridad, Mario Zamora, subrayó que lo más relevante es que el país mantiene la certificación de Estados Unidos como un “colaborador confiable” en la lucha antidrogas.
Para las autoridades costarricenses, esta distinción no implica una condena, sino el reconocimiento de una realidad compartida con otras naciones de la región: ser parte de la ruta de tránsito que conecta a los productores de cocaína con los grandes mercados de consumo.
Una ruta de paso inevitable
Zamora explicó que la ubicación geográfica de Costa Rica lo coloca en un corredor natural del narcotráfico. Sus extensas costas en el Pacífico y el Caribe, sumadas a la limitada capacidad de control marítimo y aéreo, lo convierten en un territorio atractivo para los carteles. El fenómeno no es nuevo, pero en la última década se ha intensificado, con un aumento en el decomiso de cargamentos y una mayor presencia de organizaciones criminales que utilizan el país para el tránsito y almacenamiento temporal de droga.
A ello se suman otros desafíos internos: el incremento de la violencia asociada a disputas entre grupos locales, el aumento de los homicidios y la presión sobre las instituciones judiciales y policiales. Aunque Costa Rica conserva indicadores de estabilidad democrática, la amenaza del narcotráfico se ha convertido en uno de los principales problemas de seguridad y de imagen internacional.
De la “Suiza centroamericana” al desafío actual
La percepción de Costa Rica como un modelo regional se consolidó en la segunda mitad del siglo XX. La abolición del ejército en 1948, tras una breve pero sangrienta guerra civil, marcó un hito. La decisión fue acompañada por la creación de un Estado fuerte, con inversión en educación, salud y bienestar social. El Cuartel Bellavista, símbolo de las fuerzas armadas, se transformó en el Museo Nacional, un recordatorio del compromiso del país con la paz.
Durante los años posteriores, Costa Rica se destacó por su estabilidad política, su democracia electoral y un liderazgo internacional en materia ambiental. Con más del 25% de su territorio protegido en parques nacionales y reservas, el país se convirtió en un referente de turismo ecológico y de políticas sostenibles, ganándose el apelativo de “Suiza de América”.
Hoy, ese prestigio enfrenta una prueba difícil. La violencia ligada al narcotráfico amenaza con erosionar la confianza en las instituciones y manchar la reputación internacional que durante décadas el país cultivó.
Entre la cooperación y el desafío
A pesar de las dificultades, el Gobierno insiste en que Costa Rica mantiene una posición clara de cooperación con Estados Unidos y otros países en la lucha antidrogas. El ministro Zamora recalcó que la nación no es un productor de cocaína, sino un territorio utilizado como ruta de paso. La distinción es clave, ya que permite al país mantener la certificación como socio confiable, lo que se traduce en cooperación internacional, recursos y programas de apoyo para enfrentar el problema.
Sin embargo, el reto va más allá de la vigilancia marítima o aérea. Analistas señalan que Costa Rica debe fortalecer sus instituciones de seguridad, modernizar sus sistemas de control fronterizo y atender los factores sociales que permiten el avance de estructuras criminales. La inclusión en la lista de países asociados al narcotráfico, aunque no signifique sanciones inmediatas, es un llamado de atención sobre la fragilidad de su posición en el nuevo mapa del crimen organizado.
Costa Rica y el gran desafío
Costa Rica sigue siendo un ejemplo de estabilidad democrática y de compromiso con la paz y el medio ambiente. Pero la realidad geográfica y el avance del narcotráfico la han colocado en una encrucijada histórica. De la “Suiza centroamericana” admirada en el mundo, ahora se enfrenta al desafío de mantener su prestigio mientras combate una amenaza transnacional que trasciende fronteras. El reconocimiento de Estados Unidos como aliado confiable es una ventaja, pero la lucha por preservar la imagen y la seguridad de Costa Rica apenas comienza.