Curiosidades

Más suicidios entre jóvenes y ancianos

En 2005, un informe del semanario “Búsqueda” exponía elocuentemente sobre el fenómeno de que en Uruguay había una altísima tasa de suicidio y que cada vez eran más los niños y adolescentes que intentan o logran autoeliminarse. Los datos en los cuales se basaba aquel artículo pertenecían a dos informes presentados por delegados de la Clínica de Psiquiatría Infantil de la Facultad de Medicina en congresos internacionales y nacionales.

El informe en cuestión decía que “en Uruguay hay niños y adolescentes que decidieron matarse. Y muchos hacen el intento en forma creciente y reiterada. Entre abril de 2003 y abril de 2004 las salas de emergencia de los hospitales de todo el país recibieron 690 menores de 15 años que, de una forma u otra, quisieron autoeliminarse. De ellos, 114 fueron atendidos en el Pereira Rossell, centro pediátrico de referencia para todo el país. Los más chicos tienen siete años; los más grandes, la mayoría, catorce”.

Agregaba también: “En el primer semestre de 2004, los intentos de autoeliminación (IAE) representaron el 15,1% de la interconsulta al psiquiatra pediátrico en la emergencia de ese hospital. En el período (que va) del 1° de enero al 31 de diciembre de 2002, 38 menores de 20 años terminaron con su vida. De un tiro, por ahorcamiento, con sustancias tóxicas o precipitándose al vacío. La más pequeña tenía 12 años”.

El artículo señalaba por igual que “el suicidio es responsable de más pérdidas de vidas jóvenes que los accidentes de tránsito. Entre los 15 y los 19 años es la segunda causa de muerte, configurando en la actualidad un real problema de salud pública y su tasa por 100.000 habitantes, en esa franja etaria, pasó de 4,2 en 1975 a 12,6 en 2002”.

Entre las causas de esta tendencia social se señalan sucesos y hechos traumáticos tales como violencia familiar, mudanzas, separaciones y ruptura de la pareja parental entre los más frecuentemente reportados. Pero a la vez, “encubiertos aparecen también el maltrato y el abuso sexual, así como ciertas patologías psiquiátricas, como la depresión”.

Como afirmaba en aquel entonces la doctora Laura Viola, catedrática de Psiquiatría Infantil de la Facultad de Medicina, “el suicidio siempre es un enigma pero cuando se da en un niño y un adolescente, el enigma se vuelve un escándalo”. 

Ya en 2003, la integrante de la Comisión Directiva del Instituto de Pediatría del Hospital Pereira Rossell, Alicia Montano, informaba en el Parlamento que “la tercera causa de muerte en niños de 10 a 14 años” durante el año 2002 fue el suicidio y que en los últimos meses se registró un “aumento impresionante” de consultas por maltrato infantil. En la década de los noventa, las estadísticas y cifras marcaban la seriedad del problema. Un informe financiado por el BID y realizado por el Programa de Inversión Social (Pris) en 1994 afirmaba que el suicidio era la 10ª causa de muerte entre la población en general, con una tasa de 12,63 cada 100.000 habitantes, pero la 2ª entre los jóvenes de entre 15 y 24 años (10, 4% de los fallecimientos). Ya con esta tasa Uruguay se ubicaba entonces en el 9º lugar en el ranking mundial y 4º entre los países en vías de desarrollo.

Ahora recibimos nuevos datos sobre la tragedia que significa que compatriotas opten por quitarse la vida. Días atrás, Ultimas Noticias publicaba datos provenientes del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior. Según ellos, entre el año 2005 y 2006 el número de suicidios aumentó en un 13%. 

Después de los picos alcanzados durante años críticos -como 2002- la tasa había comenzado a descender a 16 por 100.000 habitantes en 2004 y a 14 en 2005, año en el que se registraron 491 suicidios. Pero en 2006 esta tendencia descendente -aunque alta- volvió a subir y se conocieron 554 autoeliminaciones.

El sociólogo Rafael Paternain, director del Departamento de Datos y Estadísticas del Ministerio del Interior, al comentar este hecho subrayó lo que para él es un detalle perturbador. “Aumentaron los suicidios de los jóvenes menores de 18 años y de los de tercera edad. Si bien los menores de 18 años no son los que más pesan comparativamente, sí se puede decir que en el último año los porcentajes de crecimiento mayores estuvieron en los polos de edad”, señaló.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en 2005 que el suicidio es una de las tres principales causas de mortalidad en todos los países del mundo entre personas de 15 a 34 años de edad. La OMS estimó que en el año 2000 murieron por suicidio aproximadamente un millón de personas, a la vez que un porcentaje entre 10 y 20 veces superior, lo intentaron. La conclusión era: los suicidios en el mundo superan en número al total combinado de víctimas mortales de guerras y homicidios cada año.

Puede haber muchas razones que impulsen a las personas a ir por el horrible camino de quitarse la vida, consciente o inconscientemente. Los psicólogos, los sociólogos y los religiosos -entre otros- pueden exponer causas. Seguramente habrá en cada caso un factor desencadenante y aun sabemos que hay motivaciones tan profundas como las que vienen de antepasados que también se suicidaron. Pero más allá de todo hay una raíz común para el origen del sufrimiento y el posterior deseo y voluntad de quitarse la vida.

Cuando vemos el aumento de los quiebres familiares -la causa principal de la depresión entre los niños- el creciente consumo de alcohol y drogas entre los adolescentes, la creciente incapacidad de establecer vínculos estables, armoniosos y felices en los distintos ámbitos de la vida, la confusión que trae pensar que la felicidad se alcanza más en los valores materiales que en los valores afectivos y espirituales, podemos concluir en que la tendencia que señala que más niños y jóvenes quieren quitarse la vida, no bajará sino que irá irremediablemente en aumento.

En definitiva: el mundo adolescente de hoy se ha convertido en un tiempo de la vida en el cual, en vez de aprender lo bueno y bello que tiene ésta, se sufre.

Hay ausencia de fe, falta de ideales e ilusiones rotas y porque el mundo de los mayores -mirado globalmente- no les ofrece ninguna esperanza de que su vida puede ser, a mayor edad, mejor de lo que hoy es.

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