
Río de Janeiro: el poder del Comando Vermelho y la operación que sacudió a las favelas
Río de Janeiro volvió a ser escenario de una de las operaciones policiales más grandes y violentas de los últimos años. La llamada Operación Contención, desplegada por fuerzas federales y estatales, reunió a 2.500 agentes con el objetivo de capturar a integrantes del Comando Vermelho (CV), la organización criminal más antigua y poderosa de Brasil, que controla vastas zonas de las favelas Alemão y Penha, en el norte de la ciudad.
El operativo, lanzado tras meses de inteligencia y enfrentamientos previos, dejó al menos 40 muertos, entre ellos presuntos miembros de la banda y civiles. Las imágenes de cuerpos en las calles, casas perforadas por balas y vehículos blindados atravesando pasajes estrechos conmocionaron al país. Sin embargo, el episodio también desató una ola de protestas y reclamos de los residentes, que acusan a la policía de haber cometido una “masacre” y de no informar adecuadamente sobre las víctimas.
Un “estado paralelo” en las favelas
El Comando Vermelho nació en la década de 1970 dentro de una prisión de Río de Janeiro, donde presos comunes convivían con militantes políticos durante la dictadura militar. De esa alianza surgió una estructura organizada basada en la solidaridad, la lealtad y la resistencia frente al Estado. Con el tiempo, el grupo se transformó en una red criminal con fuerte arraigo territorial, dedicada al narcotráfico, la extorsión y el contrabando de armas.
Hoy, el CV controla decenas de comunidades en Río y mantiene presencia en al menos 20 de los 27 estados brasileños. En muchos barrios populares, su autoridad sustituye la del Estado: impone normas, reparte ayuda, media conflictos y financia actividades sociales. Por eso se lo considera un “estado paralelo”, capaz de garantizar cierto orden en zonas donde las instituciones públicas prácticamente no existen.
“En las favelas donde el Estado no llega, el Comando Vermelho ofrece lo que debería garantizar el gobierno: seguridad, trabajo y justicia rápida”, explican sociólogos locales. Esa combinación de coerción y asistencia mantiene su poder y dificulta la acción de las fuerzas de seguridad.
Protestas y cuestionamientos
Tras la operación, organizaciones de derechos humanos y vecinos de los complejos Alemão y Penha marcharon por las calles exigiendo transparencia. “Queremos saber quiénes murieron, por qué y quién responde por esto”, reclamó una madre que perdió a su hijo durante el operativo.
El gobierno del estado de Río defiende la intervención, alegando que fue necesaria para desarticular a un grupo que “desafía al Estado brasileño”. Sin embargo, críticos señalan que las operaciones masivas, lejos de resolver el problema, refuerzan el ciclo de violencia y el resentimiento de las comunidades marginadas.
Mientras tanto, el Comando Vermelho sigue mostrando su capacidad de resistencia. En las favelas de Río, su presencia continúa siendo una realidad diaria, y su poder, forjado entre la desigualdad y la ausencia estatal. sigue siendo uno de los mayores desafíos para la democracia brasileña.
 
  
 




