
Rodrigo Paz, la sorpresa electoral que redefine el mapa político de Bolivia y Sudamérica
El economista y exalcalde Rodrigo Paz Pereira se convirtió en el gran protagonista de las elecciones presidenciales de Bolivia al obtener más del 32% de los votos y proclamarse virtual ganador en primera vuelta, según los resultados preliminares. En medio de una multitud eufórica que coreaba “¡Sí se pudo!”, Paz agradeció a Dios, a su familia, a su equipo de campaña y al pueblo boliviano por la confianza depositada en él.
Nacido en España durante el exilio de sus padres, Rodrigo Paz tiene 57 años y es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora. Economista de profesión, fue diputado nacional y alcalde de Tarija, donde se destacó por una gestión centrada en la transparencia y el desarrollo regional. Su pertenencia al Partido Demócrata Cristiano (PDC) lo ubica dentro de un espacio moderado, con una agenda que combina valores humanistas, impulso al sector privado y políticas sociales sostenibles.
Su ascenso fue tan vertiginoso como inesperado: apenas unas semanas antes de los comicios, las encuestas lo mostraban en los últimos lugares de intención de voto. Sin embargo, su mensaje de reconciliación nacional, su tono moderado frente a la polarización política y su propuesta de “unidad por el trabajo y la honestidad” lograron captar un electorado cansado de los extremos.
Paz deberá ahora enfrentar una segunda vuelta con el expresidente Jorge “Tuto” Quiroga, de perfil conservador, en un escenario que podría reconfigurar el rumbo político del país. Su victoria o consolidación marcaría el retorno de un liderazgo centrista en una región donde las ideologías siguen trazando fuertes divisiones.
Un nuevo equilibrio en el mapa político sudamericano
El triunfo de Rodrigo Paz en Bolivia altera el tablero político de Sudamérica, que actualmente se encuentra dividido entre gobiernos de izquierda y de derecha. Mientras Brasil, Chile y Colombia están bajo administraciones progresistas, y Argentina transita un giro liberal con Javier Milei, la llegada de un presidente de centro en Bolivia introduce un nuevo matiz.
Este resultado refleja una tendencia regional hacia el pragmatismo y el desencanto con los discursos populistas, tanto de izquierda como de derecha. La figura de Paz, con su moderación ideológica y su discurso de consenso, podría convertirse en un puente entre los dos bloques, promoviendo una cooperación regional menos polarizada.
Su desafío, sin embargo, será mayúsculo: reconstruir la confianza en las instituciones bolivianas, reactivar una economía golpeada por la inflación y el desempleo, y mantener el equilibrio entre las diversas fuerzas sociales y étnicas del país.
Rodrigo Paz simboliza así una nueva generación política en Bolivia, heredera de la historia, pero decidida a construir su propio camino. Su eventual llegada al Palacio Quemado no solo transformará la política nacional, sino que podría influir en la nueva etapa política de América del Sur, donde el cansancio con los extremos empieza a abrir espacio para los liderazgos de centro.