Un buen balance nacional en el Día Mundial de las Telecomunicaciones
Se celebró ayer el Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, que en su edición de este año estuvo consagrado al tema “Una vida mejor en las comunidades rurales con las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC)”. En el mundo de hoy las telecomunicaciones son vanguardia y sustento del explosivo progreso tecnológico de las últimas décadas. Y también el sostén, a través de Internet, de esa “aldea global” que ya en 1968 supo vaticinar Marshall McLuhan. En Uruguay y hoy prácticamente en todo el mundo, nadie vive al margen de estas herramientas. Y una sociedad que apunta al crecimiento económico y al progreso y bienestar de su gente no puede más que cuidar la permanente actualización de sus recursos en telecomunicaciones. Y esforzarse por ponerlos al alcance de sectores cada vez más anchos de su población, algo en lo que Uruguay se destaca.
La celebración internacional del 17 de mayo alude a la firma, en 1865, del convenio que creó la Unión Internacional de Telégrafos, entidad que en 1934 se convertiría en la actual Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) que, con sede en Ginebra, es la más antigua agencia de las Naciones Unidas.
Su importancia queda en evidencia nada más que trazando un resumen de sus ámbitos de acción: coordinación del uso compartido del espectro radioeléctrico, asignación de órbitas de satélite de comunicaciones, establecimiento de estándares a nivel mundial en materia de transmisión de datos, regulación de las comunicaciones para la navegación aeronáutica y marítima, la radio astronomía y meteorología basada en satélites, lo relativo a la convergencia de telefonía fija y móvil, acceso a Internet de datos, voz y televisión. Una recomendación de la UIT es, por ejemplo, la que distribuyó los prefijos telefónicos internacionales, adjudicándole el 598 a Uruguay.
El progreso tecnológico es solamente una parte de la historia. Sin acuerdos internacionales que compatibilicen los lazos de comunicación entre los países, los beneficios de cada avance serían tan sólo ilusorios en la perspectiva mundial. De allí que los 146 años del primer convenio internacional sobre comunicaciones, así como el nacimiento de la entidad predecesora de la que hoy regula su avasallante crecimiento, bien que merecen una jornada de atención mundial, que en esta ocasión se concentra en la expansión en el medio rural de las nuevas tecnologías.
El día es también la oportunidad para echar una mirada sobre la situación nacional en materia de tecnologías de la información y las comunicaciones. Y bien que se puede decir desde un principio que corresponde trazar un balance muy positivo en el que apenas se pueden señalar pocas y pequeñas sombras.
Hace ya muchos años que Uruguay es uno de los primeros países que lograron digitalizar toda su red de telefonía fija, a cargo de Antel. Algo que para el país significó un progreso inmenso, que muy probablemente no advierten las generaciones más jóvenes. Hace ya tiempo que los teléfonos fijos funcionan sin problemas, en contraste con lo que ocurría con la anterior red conmutada analógica. Hoy la red digital transmite voz y datos con discado directo en todo el país y la “demora indeterminada” de las comunicaciones con el interior es apenas un mal recuerdo. Como lo son también las tarifas de joyería que implicaba la larga distancia, ya dentro del país como con el exterior.
Ese rotundo cambio, alcanzado por una empresa estatal en situación de monopolio y ya antes de que se popularizara el uso de celulares, fue un gran paso adelante para el país y está muy bien recordarlo, porque hoy otras tecnologías son las que aparecen en el primer plano y ya no se advierte, como lo hacen los uruguayos más maduros, la tremenda importancia de contar con una red de telefonía fija que funciona sin reproches, a costos accesibles y con una tarifa única nacional. Tal cosa ocurre en pocos países del hemisferio sur.
Otro aspecto destacable de la situación del país en materia de telecomunicaciones es la avasallante penetración que ha logrado la telefonía celular, que hoy convierte a Uruguay en líder en América Latina. La cantidad de servicios celulares en funcionamiento supera hoy el número total de habitantes, alcanzando el 104%. El país que sigue en la lista es Chile, con el 88,1%.
Otra joya en el collar de las telecomunicaciones en Uruguay es la penetración de Internet. En este caso, las cifras no son tan impresionantes y se situarían en el 40%, aunque los estudios disponibles no están aún contemplando plenamente el impacto del Plan Ceibal y sus decenas de miles de conexiones. Según datos publicados por la revista Latin Business Chronicle, Chile lidera con el 48%. Uruguay tiene, de todos modos, la mejor posición en materia de servicios de banda ancha. Dentro de este muy favorable panorama hay que señalar alguna sombra, como las limitaciones en velocidad y precio de los servicios de banda ancha.
Algo muy alentador a anotar en el haber de Uruguay en materia de telecomunicaciones tiene que ver con lo que se está edificando para el futuro. En primer lugar, el tendido de fibra óptica, que según fuentes de Antel alcanzará a 240.000 hogares en 2012, mientras que ya existe una conexión de este tipo entre las capitales departamentales, con una extensión de 7.000 kilómetros.
Otro proyecto en curso que tendrá singular importancia es la conexión de fibra óptica entre Maldonado y la localidad costera argentina de Las Toninas. Es un proyecto conjunto con una empresa de la vecina orilla en que Antel tiene la mayoría accionaria y que permitirá multiplicar el ancho de banda de los actuales servicios de Internet. Se anuncia que comenzará a funcionar parcialmente en el último trimestre de este año.
Es bueno señalar, entonces, que el balance uruguayo es bueno en cuanto a estas herramientas de la tecnología. Que el país tiene, además, mucha gente bien formada en tecnologías de las información, aspecto sustantivo para la implementación y el funcionamiento de estos equipos. Lo deseable, entonces, es seguir por este camino.