Los abusos hacia los menores
Hace unas semanas, ante la indignación de la sociedad asistimos un día sí y otro también a la constatación de casos de abusos hacia niños y niñas. Frente a estos episodios, cabe hacernos en principio dos clases de preguntas: ¿Qué está pasando en nuestra sociedad?; ¿aumentaron los casos de abuso sexual?; ¿en qué clase de sociedad están creciendo nuestros hijos e hijas? Respecto a la primera pregunta, entendemos que el abuso sexual hacia los niños y niñas ha existido sistemáticamente a través de los tiempos, pero era un fenómeno oculto, muchas veces, a la interna del círculo íntimo familiar o de amistades. Hoy por hoy, los y las niñas y especialmente los y las adolescentes han empezado a ser conscientes de sus derechos y, por tanto, han empezado a contar lo que les pasa.
Frente a esta situación, lo menos que se puede esperar es que una vez que un niño comente la situación de la que está siendo víctima, inmediatamente funcionen todas las herramientas y procedimientos tendientes a confirmar los hechos y, de constatarse, la rápida pena al abusador.
Por supuesto que en el proceso que va desde la denuncia, comprobación y toma de decisión se debe ser cuidadoso en la forma de interrogar al niño/a y no someterlos a eternas y variadas preguntas que hacen mayor el dolor de las víctimas.
Respecto a en qué clase de sociedad están creciendo nuestros hijos e hijas, no hay duda que la misma demuestra claros síntomas de estar enferma y lo peor, que en oportunidades el mundo adulto no asume las responsabilidades. En la sociedad uruguaya hay niños que son permanentemente violentados de las más diversas maneras, no creciendo en el ejercicio integral de sus derechos. En nuestra sociedad de hoy hay padres y madres que mandan a sus hijos a robar, crecen en hogares violentos donde se les lastima de las más diversas formas, se los manda a mendigar en los cruces de las calles, crecen en hogares donde nadie trabaja, nos olvidamos que los padres y madres ejercen la patria potestad y por lo tanto son responsables.
Niños y niñas están siendo violentados y lejos de bajar edades para responsabilizarlos de algunos hechos, deberíamos empezar por sancionar a los adultos que los someten a todas estas violaciones de sus derechos.